El lugar hallado

"Acabo de descubrir un lugar delicioso dormido entre años. Ha sido sin querer, como algunos grandes hombres descubren lo que concretamente no esperaban descubrir; pero, al descubrirlo, sienten la legítima alegría de haber acertado con toda su voluntad iluminada...
Todo eso casi lo pronunciaba Sigüenza asomándose de puntillas a un jardín de escombros. Nadie.
El silencio con el aliento de todo." Polop de la Marina (Alicante)

Así comienza un capítulo del libro de Gabriel Miró Años y leguas, el que da título a este blog que servirá de lugar de encuentro para conocer un poco más nuestra lengua y nuestra literatura.

17.11.19

El fantasma de tu nombre: intriga seductora

El fantasma de tu nombre es una novela de terror y suspense que podría catalogarse como para lectores jóvenes pero que, sin duda, leerán con interés y placer los lectores adultos porque encierra un relato muy bien trabado en cada una de sus partes, con personajes sólidos que transitan por espacios y ambientes muy efectivos y con un desarrollo argumental que fluye con enorme soltura hasta resultar cautivador.

Los que conocemos los orígenes de la narrativa de Francisco García Jiménez sabemos de su debilidad por los mundos fantásticos que tan bien recreaba en sus relatos de adolescencia, premiados una y otra vez en los concursos escolares a los que se presentaba. Pero también conocemos la vertiente social y crítica de su mirada al mundo que le rodea que, si por él fuera, cambiaría de un plumazo para desterrar para siempre de él tantas injusticias, abusos de poder, discriminaciones de todo tipo… todo aquello que nos aparta de la humanidad. Prueba de ello son sus escritos poéticos y narrativos –que han recibido premios de consideración como el “Miguel Hernández de Poesía Juvenil”, el “María Agustina” lorquino o ser finalista del prestigioso “Jordi Sierra i Fabra” en 2013--, como Al otro lado de la esfera (2014), su primera novela publicada en la que nos ponía a los lectores en la piel de un inmigrante en su desesperado viaje a España.

La madurez y la progresión que ha alcanzado García Jiménez con El fantasma de tu nombre es notable; no en vano le favorecen sus muchas lecturas y los años de estudiante de periodismo y los estudios franceses e hispánicos que ha cursado en Aviñón, donde ahora reside. El viaje que emprenden las jóvenes Maïa y Luna para pasar un verano junto al tío de una de ellas, en un pequeño pueblo de pescadores de la Bretaña francesa, da comienzo a una experiencia única para ambas en las que se suceden leyendas ancestrales como la del Pueblo Etéreo, relaciones humanas complejas que desembocan en lo inesperado, bosques y pasadizos misteriosos en los que se vive el pánico y hasta una sugerente relación sentimental entre las protagonistas que obligan al lector a no apartarse por mucho tiempo de la lectura de las páginas de esta lograda novela.
                                       
Mariano Moreno Requena (noviembre de 2019)


Francisco García Jiménez, El fantasma de tu nombre, Ediciones Dorna, Madrid, 2019; 299 pp.

10.8.19


MAGALLANES: POR EL CAMINO DEL SOL

              Cuando se cumplen 500 años de la primera vuelta al mundo, protagonizada por una escuadra de cinco barcos del emperador Carlos, con 265 marinos a bordo, capitaneada por Fernando de Magallanes y, tras su muerte en Filipinas, por Juan Sebastián Elcano, llega a nuestras manos una enjundiosa historia novelada que lleva por título Y, sin embargo, es redonda, del profesor Pedro Cuesta Escudero (Albacete, 1941).

  
            Las casi seiscientas páginas que componen este libro rinden homenaje a la gran hazaña que supuso la primera circunnavegación de la Tierra, llevada a cabo por un grupo de navegantes llenos de inquietudes y deseosos de fama, a la vez que de intereses personales, a cuyo frente se encontraba el marino portugués Fernao de Magalhaes (1480-1521) que había sido nombrado capitán general de la “Armada para el descubrimiento de la especería” por Carlos I después de que su proyecto de alcanzar las islas Molucas por el oeste fuera rechazado por el monarca portugués Manuel I el Afortunado. Magallanes había viajado con Lopes de Sequeira y Francisco Serrao hasta las Molucas por la ruta del sur de África y el Índico, pero a su regreso a Lisboa investigó cartas de navegación recientes con el cosmógrafo Rui Faleiro y se obsesionó con la búsqueda de un paso hacia el Pacífico por el Atlántico Sur, empresa que, finalmente, ofreció al joven emperador Carlos y que este aceptó, apoyado por sus consejeros, para probar que las islas de las especias pertenecían al hemisferio castellano delimitado tras el Tratado de Tordesillas con Portugal.

El 10 de agosto de 1519 partió de Sevilla la escuadra de cinco barcos –Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago--; tras avituallarse en Sanlúcar de Barrameda, comenzaron su navegación el 20 de septiembre, recalaron en Canarias y alcanzaron luego las costas de Río de Janeiro; continuaron hacia el Río de la Plata y en la bahía San Julián pasaron el invierno. Las dificultades para encontrar el paso por el sur del continente junto a fuertes tormentas y parajes inhóspitos en los que tuvieron que sobrevivir, provocaron un motín de los capitanes castellanos de Magallanes que este tuvo que acallar con medidas muy estrictas y dolorosas. Poco después, la nave Santiago naufraga en las costas de la Patagonia y durante las exploraciones del paso que luego se llamaría de Magallanes, el piloto Esteban Gómez se hace con el mando de la San Antonio y decide regresar a España desandando el camino realizado. Las tres naves restantes alcanzan, después de muchas vicisitudes, el final del estrecho y acceden al mar del Sur que la expedición llamó océano Pacífico por las calmas que encontraron en todo su trayecto. Pero no llegaron a tierra hasta después de tres meses de grandes privaciones, pues escasearon los alimentos, se estropeó el agua que almacenaban y padecieron enfermedades como el escorbuto.

El 6 de marzo de 1521 avistaron la que llamaron isla de los Ladrones (en el actual archipiélado de las Marianas), donde pudieron recoger agua y alimentos. Semanas después, establecieron relaciones comerciales y políticas con los rajás o gobernantes de varias islas de las que luego conoceríamos como Filipinas (en honor del rey Felipe II), aunque antes de llegar a las islas Molucas en las que recoger las especias que llevarían de regreso a España para demostrar el paso occidental a las Indias, Magallanes muere en un combate con nativos del jefe Lapu-Lapu en la isla de Mactán, cercana a Cebú. Nombrado, entonces, capitán de la expedición Gonzalo Gómez de Espinosa, los navegantes logran llegar a las Molucas y cargar los barcos con especias, pero poco después deben quemar la Concepción, malparada tras tantos meses de viaje, y, luego, deben dejar en reparación a la Trinidad que, posteriormente y sin éxito, intentará regresar por el Pacífico a Panamá. El piloto de Guetaria Juan Sebastián Elcano será nombrado nuevo capitán de la expedición que, no sin muchos contratiempos por la ruta portuguesa del Cabo de las Tormentas, logró llegar con la nao Victoria y tan solo 18 tripulantes a Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522, completando lo que fue la primera circunnavegación de la Tierra. Uno de los 18 supervivientes en la Victoria fue el veneciano Antonio Pigafetta, que viajó como cronista de la expedición con el nombre de Antonio Lomabardo y al que debemos la Relación del primer viaje alrededor del mundo (1524) donde nos informa de muchos pormenores de este sorprendente viaje épico que abrió una nueva etapa a la Humanidad.

              Pues toda esta epopeya histórica que hemos intentado resumir en 20 líneas es la que ha afrontado con enorme valentía y solvencia el profesor de Historia Pedro Cuesta Escudero –residente en Tarragona y autor de varios estudios sobre la escuela pública en España y trabajos de arte románico en Cataluña, además de otra interesante historia novelada en torno a Cristóbal Colón al que, por cierto, vincula familiarmente con los Trastamara aragoneses--, en una singular novela en la que brilla por sí misma la personalidad de uno de esos genios que, periódicamente, la historia se encarga de enviarnos: Fernando de Magallanes. Las dos terceras partes de la obra nos ofrecen los sinsabores que debe sufrir el navegante para lograr el apoyo económico de los poderosos de su época: primero, el rey portugués, Manuel I, que lo rechaza con malas maneras, y, luego, la corte y la política castellana, cuya maquinaria se mueve lenta entre intereses políticos e intrigas de un naciente imperio con corrientes enfrentadas en su interior. Son páginas en las que el lector va descubriendo las preocupaciones e intimidades del protagonista a través de escenas muy bien seleccionadas (las tabernas de marinos en Lisboa, el palacio de Ribeira, la sorprendente Sevilla de principios del XVI, la casa señorial de Diego Barbosa, el mundo de la aristocracia  y la política que rodea al joven Carlos…), entre las que se insertan descripciones muy logradas de los ambientes cortesanos portugueses y castellanos, así como del día a día en ciudades como Lisboa, Sevilla, Valladolid o Zaragoza. En la novela, observamos la manera de actuar de Magallanes: sensato, pero defensor obsesivo de sus objetivos de exploración; paciente en las adversidades –que no son pocas, no solo en los preparativos del viaje sino también en el viaje mismo, ya que se ve enfrentado a un motín de sus capitanes castellanos que debe resolver según las leyes de navegación--, pero decidido y resolutivo cuando debe actuar; honrado con todos y empecinadamente fiel a la palabra dada al soberano español; y, siempre,  tremendamente humano, pues en monólogos interiores e incluso conversaciones con sus allegados transmite sus dudas y sus sufrimientos como, por ejemplo, en las que quizá son las páginas más intensas de la novela: las que preceden al descubrimiento del estrecho que da paso al mar del Sur, donde todos padecen lo insufrible y acaban tachándolo de loco e iluso por seguir defendiendo la existencia de dicho paso. No en vano, Pigafetta escribió en sus diarios cuando el almirante de la escuadra muere en Mactán: “Adornado de todas las virtudes, mostró inquebrantable constancia en medio de sus mayores adversidades”.

              Pedro Cuesta ha construido su novela a partir de una voz narrativa que utiliza el tiempo presente para ofrecernos los hechos actualizados, como si los presenciáramos en directo, lo que aporta credibilidad e inmediatez a lo narrado. Además, y en consonancia con el concepto unamuniano de la intrahistoria, el autor a menudo introduce en la novela diálogos protagonizados por personajes secundarios –especialmente la marinería de las naves: el tonelero, los lombarderos, el barbero o el cirujano, el despensero, el colmenero, grumetes, etc. — para retratar los temores y supersticiones de los embarcados, aportar sus comentarios a sucesos –a través de un lenguaje muy coloquial  y vivo que, tan solo en algunos momentos se vuelven algo artificiosos-- o caracterizar sus diferentes personalidades porque, en definitiva, ellos también son parte importante de la hazaña.

              Son muchos otros los aciertos de Y, sin embargo, es redonda, entre los que podríamos mencionar el rico y preciso vocabulario marinero que ofrece, junto a los conocimientos de usos, costumbres, enfermedades de la navegación en el siglo XVI; las descripciones detalladas y vivas de lugares, gentes, fauna y vegetación por los que transcurre la expedición –sin duda que el propio autor habrá visitado y conocido de primera mano muchos de los lugares que describe--; la oportuna inserción de fragmentos del diario de Pigafetta que transmiten inmediatez en determinados momentos de la historia; sin olvidar el ingente número de documentos históricos que el autor ha tenido que poner a su servicio –y cuya amplia relación se adjunta al final del libro--para dar una gran solidez científica a su obra.

              El épico viaje que hace quinientos años iniciaron, en una fecha como hoy en la que escribimos estas notas, más de dos centenares de hombres bajo el mando del genio de Magallanes, y que les llevó a navegar más de catorce mil cuatrocientas sesenta leguas –más de 80.000 km—según los cálculos de Pigafetta, debe ser más conocido y mejor valorado por nuestra sociedad actual. Es el momento de reconocimientos y homenajes oficiales en nuestro país y en el vecino Portugal, pero nosotros creemos que conocer la enorme aventura que supuso la primera circunnavegación a través de una historia novelada como la construida por Pedro Cuesta Escudero es el mejor homenaje que podemos hacer a Magallanes, Elcano, Gómez de Espinosa y a todos los tripulantes de esas naos que por vez primera navegaron por el camino del sol.   
                                                                Mariano Moreno Requena (Alicante 10 de agosto de 2019). 
(1)    Pedro Cuesta Escudero, Y, sin embargo, es redonda, Editorial Club Universitario-ECU, Alicante, 2012. 597 pp. (pecues41@gmail.com)